domingo, 11 de noviembre de 2012

MUERTA LA LEY HIPOTECARIA NO SE ACABARÁ ESTA RABIA



Tratamos de correr deprisa, inútilmente ya, detrás del cuerpo que se ha precipitado al vació  porque lo entendemos persona y sentimos vergüenza. Como la que públicamente ha confesado el Presidente del TSJ del País Vasco con certeras y difíciles palabras.

Los políticos llevan días corriendo. Pero no esprintando con la urgencia angustiosa del veraneo del déficit público constitucional, en el que las costuras de EEUU se deshilachaban entre las estrellas de Obama y las barras del Tea Party, provocando el primer tsunami de nuestra prima de riesgo.

Y aún muchos, como esforzados peregrinos, creíamos que seguir la tortuosa senda austera dibujada por los dueños del dinero, podría permitirnos retornar a la calma complaciente de nuestros días de  vino y rosas. Ilusos.

Los últimos creyentes de ese peregrinaje están en los bancos azules y rojos del Congreso. En los sillones color napa y marrón clarito de los parlamentos autonómicos. En las variopintos modelos que nos son desconocidos, de las inútiles Diputaciones Provinciales. En esos en los que hace menos frío, cuando todos, incluso ellos, estamos en plena tormenta.

Banco Popular y Kutxabank exhiben datos y toman postura, el resto calla. La sangrante legislación hipotecaria es un callejón sin salida, en el que se debate el temor al poder del dinero para hundirnos aún más, y el miedo a que ayer Granada, y hoy Barakaldo, tengan un mañana soportable, para que haya sillones de cuero y meros espectadores.

Nuestras hipotecas se trocearon en un pastel apetitoso para cualquier fondo financiero, en cédulas hipotecarias, porque eran tan fáciles de tomar como el rápido dinero que producía el tráfico de inmuebles por la autopista de nuestra cuasidecimonónica ley hipotecaria.

Nuestras hipotecas y sus cédulas hipotecarias, como cromos de futbolistas, intercambiadas en un recreo de parqué y sesión continua por todas las bolsas de todo el mundo. Un enorme sostén de nuestro ilusorio bienestar, que ya no pudo contener el derrumbe del 2008, y cayó como la generosa pechera de un ama de cría, amamantadora de la conquista hispánica de las infraestructuras mundiales. Que peleo con los campeones europeos, les regañó en ocasiones, y que se mantuvo en silencio ante la reprimenda de la convincente sargento del Este, apoyada en los argumentos del bofetón de realidad que resonó en nuestras mejillas entre el 2009 y el 2012. El Rajoy alumno cumplidor de tareas y reglas, bajo la mirada, y por fin tímidamente abandona su pose de buen pupilo, y se pregunta en voz alta sobre los objetivos y bondades de la regla que ha seguido a pies juntillas.

El poder político sabe que la partida tienen que jugarla en favor de la gente, porque la están perdiendo con carácter definitivo. El poder político sabe que ya no cabe reformar y guardar la ropa, para secarla al sol, mientras toma un pequeño baño de realidad en las aguas de la hemorragia de poder adquisitivo en que se desangra la clase media española por el sangrado de la Ley Hipotecaria y otras lindezas como la subida del IVA. Sí, ya no es una cosa de "pobres" que no pueden pagar. Ahora ha tocado a una amiga de Patxi López.

La clase media, la de trabajadores cualificados de sueldos mermados, la de los profesionales acogotados con el IVA, la de los negocios locales que escalan la economía y dedican la mitad de su tiempo a sobrevivir en burocracia... y que sólo la mitad de los tres millones y pico que son hoy, contratando a uno, darían un millón y medio de puestos de trabajo.

No, la pelea es, el dinero o la gente. La economía y la política contra las finanzas y los políticos. Porque son otros políticos del Oriente, de confines lejanos, los que saben cuando apretar el gatillo del arma de las finanzas, apoyados en la avaricia de los que aprietan botones desde el imperio en decadencia.

Ahora. Cuando un segundo cuerpo se desploma al vacío en Barakaldo, retumbando sobre el asfalto e impactando con esa violencia que no permite sentir el inmenso dolor de la caída, es cuando saben que la gente ha dejado por primera vez de creer al unísono en los dos núcleos de poder político y confirma su tendencia agnóstica en cada encuesta.

PSOE y PP bajan. Nadie gana. La pantomima de los sentimientos ideológicos toca a su fin. Los partidos pequeños solo ganan coyuntura que no sostendrán, por tener tomadas tantas inercias como complejos de los mayoritarios, ya sean territoriales o de clichés ideológicos, para justificar y explicar su existencia. Sabiendo que cada vez es menos explicable para más gente.

Es esa la decadencia sin lideres en la que estamos inmersos y en la que se abordará mal la reforma hipotecaria, con el parcheo urgente del que se ahoga en la minúscula zodiac de su credibilidad, haciendo travesía en un levante bramante del estrecho de Cádiz, tan huérfano de pescadores sumidos en las redes de sus problemas.

Problemas que se veían pequeños por la mano que abría la llave de paso del dinero, servido en cacharros de plástico para darles respiración asistida. Problemas que ahora se hacen gigantes para el grifero, cuando el agua mana a cuenta gotas anunciando el corte del suministro... o cuando un cuerpo retumba en el asfalto muerto y negro.

Se hará mal la reforma hipotecaria, que requiere de ingeniería jurídica con fuertes impactos en la banca, las finanzas, y la micro y macroeconomía. No se tomará los criterios de las viejas leyes que se han perpetuado intactas desde hace dos mil años por la fuerza de la lógica y la razón, tan distintas a la lógica y la razón que han logrado hacer creíbles los grupos de poder durante el mal de la Ley Hipotecaria, que ha durado más de cien años.

Dicen las leyes que el castigo al deudor de dinero ha de ser distinto, si fue negligente por imprudencia en sus aspiraciones o error en el cálculo de su capacidad; si fue culpable por no querer cumplir conscientemente con sus compromisos; o fue doloso por prepararse a conciencia para no cumplirlos y salir ileso del trance dejando con dos palmos de narices al acreedor. Sí, la consecuencia es distinta en nuestras leyes para estos tres grupos, yendo de menos a más en su deuda. Y esa debería ser la guía, pero no lo será. 

Tampoco lo será el camino que señala la ley milenaria, para poder hacer reversible los contratos hipotecarios en sus peores efectos de sobrevalorar el dinero que se presta, minusvalorando el de la casa que compró, y que muchas veces, no costeó totalmente. El contrato se rompe si las cosas ya no están como cuando se estampó la firma en ellos, dice la ley antigua. Rebus sic stantibus decían los antiguos, y seguimos diciendo los que nos dedicamos a vestirnos la toga negra, ante otros con toga negra, y contemplamos como se escapan los valores superiores del ordenamiento jurídico constitucional, por el usillo de la vetusta ley hipotecaria fruto de las componendas españolas de hace cien años. Sin que la toga negra con puñetas blancas pueda ni siquiera pensar en dar un puñetazo para taponar el desagüe. Porque será un remedio transitorio de componendas con la banca la anunciada reforma hipotecaria, el parche que suture la barca de la economía de la gente, sin garantizar que esta llegue a puerto.

No se consultará por supuesto con los abogados, que andaremos achicando el agua de las tasas judiciales de Gallardón, convirtiendo las falúas de nuestros despachos en canoas cada vez más pequeñas para los que remamos sin salvavidas en las procelosas aguas de la falta de liquidez y el ya te pago el mes que viene, que espero un pago que no llega.

El mismo agua que achicarán los Procuradores. Tampoco serán consultados estos mecánicos expertos de la ejecución, que han visto rodar mil veces la almoneda precisa del despojo inmediato de bienes, y asisten diariamente al desierto de las pujas ausentes de los empleados de subasteros locales, que andan devolviendo pagarés desde las terrazas de los restaurantes de nombre, parapetados tras el móvil en silencio y la copa larga de balón.

Los jueces tampoco lo serán. Tienen dos brechas por el babor y estribor institucional del CGPJ, por los viajes privados de su ex capitán, y por ser Poder del Estado que no ha ejercido con un informe que ahora apoyan todos los Jueces Decanos de cada provincia. Reflejando el sentir de los jueces sin representatividad, hartos de brindar autoridad a un proceso, que les impide aplicar más criterio que el despojo de la vivienda y la muerte económica de entornos familiares completos.

Ojala me equivoque pero se hará mal la reforma de la Ley Hipotecaria. Porque observo hoy el vacío inmaculado de los tres sofás blancos en el que los campeones nacionales de la banca, en otro tiempo exhibían músculo al Presidente del Gobierno para contentarnos con seguridad ante el peligro de la tijera que corta los tallos de la gente en los países del Sur, y no sus ramas deformes, como nos han hecho creer. No, ya no van a la Moncloa que está sola como la Fonseca del Rajoy opositor al Registro.

Espero que los que van a sentarse en ese sofá blanco para discutir la letra de la reforma, puedan seguir viendo la sangre que se escapó ayer en Barakaldo, y pasados días en Granada. Que se paren un rato y lean a Machado, para recordar que todo necio, confundiría el valor de la sangre con el precio del sofá.