Actualidad sobre el derecho, propiedad intelectual, industrial e inmobiliaria. Urbanismo, medio ambiente, patentes y marcas. Ciencias Políticas y economía. Una herramienta de comunicación y opinión de nuestro despacho con el mundo. Estamos en Avenida Reyes Católicos, 11, 1º oficina 3 41001 Sevilla. info@leylocal.com
jueves, 22 de noviembre de 2012
domingo, 11 de noviembre de 2012
MUERTA LA LEY HIPOTECARIA NO SE ACABARÁ ESTA RABIA
Tratamos de correr deprisa,
inútilmente ya, detrás del cuerpo que se ha precipitado al vació porque lo
entendemos persona y sentimos vergüenza. Como la que públicamente ha confesado
el Presidente del TSJ del País Vasco con certeras y difíciles palabras.
Los políticos llevan días
corriendo. Pero no esprintando con la urgencia angustiosa del veraneo del
déficit público constitucional, en el que las costuras de EEUU se deshilachaban
entre las estrellas de Obama y las barras del Tea Party, provocando el primer
tsunami de nuestra prima de riesgo.
Y aún muchos, como esforzados
peregrinos, creíamos que seguir la tortuosa senda austera dibujada por los dueños
del dinero, podría permitirnos retornar a la calma complaciente de nuestros
días de vino y rosas. Ilusos.
Los últimos creyentes de ese
peregrinaje están en los bancos azules y rojos del Congreso. En los sillones color
napa y marrón clarito de los parlamentos autonómicos. En las variopintos
modelos que nos son desconocidos, de las inútiles Diputaciones Provinciales. En
esos en los que hace menos frío, cuando todos, incluso ellos, estamos en plena
tormenta.
Banco Popular y Kutxabank exhiben
datos y toman postura, el resto calla. La sangrante legislación hipotecaria es
un callejón sin salida, en el que se debate el temor al poder del dinero para
hundirnos aún más, y el miedo a que ayer Granada, y hoy Barakaldo, tengan un
mañana soportable, para que haya sillones de cuero y meros espectadores.
Nuestras hipotecas se trocearon
en un pastel apetitoso para cualquier fondo financiero, en cédulas
hipotecarias, porque eran tan fáciles de tomar como el rápido dinero que producía
el tráfico de inmuebles por la autopista de nuestra cuasidecimonónica ley
hipotecaria.
Nuestras hipotecas y sus cédulas
hipotecarias, como cromos de futbolistas, intercambiadas en un recreo de parqué
y sesión continua por todas las bolsas de todo el mundo. Un enorme sostén de
nuestro ilusorio bienestar, que ya no pudo contener el derrumbe del 2008, y
cayó como la generosa pechera de un ama de cría, amamantadora de la conquista
hispánica de las infraestructuras mundiales. Que peleo con los campeones
europeos, les regañó en ocasiones, y que se mantuvo en silencio ante la
reprimenda de la convincente sargento del Este, apoyada en los argumentos del
bofetón de realidad que resonó en nuestras mejillas entre el 2009 y el 2012. El
Rajoy alumno cumplidor de tareas y reglas, bajo la mirada, y por fin
tímidamente abandona su pose de buen pupilo, y se pregunta en voz alta sobre los
objetivos y bondades de la regla que ha seguido a pies juntillas.
El poder político sabe que la
partida tienen que jugarla en favor de la gente, porque la están perdiendo con
carácter definitivo. El poder político sabe que ya no cabe reformar y guardar
la ropa, para secarla al sol, mientras toma un pequeño baño de realidad en las
aguas de la hemorragia de poder adquisitivo en que se desangra la clase media
española por el sangrado de la Ley Hipotecaria y otras lindezas como la subida
del IVA. Sí, ya no es una cosa de "pobres" que no pueden pagar. Ahora
ha tocado a una amiga de Patxi López.
La clase media, la de
trabajadores cualificados de sueldos mermados, la de los profesionales
acogotados con el IVA, la de los negocios locales que escalan la economía y
dedican la mitad de su tiempo a sobrevivir en burocracia... y que sólo la mitad
de los tres millones y pico que son hoy, contratando a uno, darían un millón y
medio de puestos de trabajo.
No, la pelea es, el dinero o la
gente. La economía y la política contra las finanzas y los políticos. Porque
son otros políticos del Oriente, de confines lejanos, los que saben cuando
apretar el gatillo del arma de las finanzas, apoyados en la avaricia de los que
aprietan botones desde el imperio en decadencia.
Ahora. Cuando un segundo cuerpo se
desploma al vacío en Barakaldo, retumbando sobre el asfalto e impactando con
esa violencia que no permite sentir el inmenso dolor de la caída, es cuando
saben que la gente ha dejado por primera vez de creer al unísono en los dos
núcleos de poder político y confirma su tendencia agnóstica en cada encuesta.
PSOE y PP bajan. Nadie gana. La
pantomima de los sentimientos ideológicos toca a su fin. Los partidos pequeños solo
ganan coyuntura que no sostendrán, por tener tomadas tantas inercias como
complejos de los mayoritarios, ya sean territoriales o de clichés ideológicos,
para justificar y explicar su existencia. Sabiendo que cada vez es menos
explicable para más gente.
Es esa la decadencia sin lideres
en la que estamos inmersos y en la que se abordará mal la reforma hipotecaria,
con el parcheo urgente del que se ahoga en la minúscula zodiac de su
credibilidad, haciendo travesía en un levante bramante del estrecho de Cádiz,
tan huérfano de pescadores sumidos en las redes de sus problemas.
Problemas que se veían pequeños
por la mano que abría la llave de paso del dinero, servido en cacharros de
plástico para darles respiración asistida. Problemas que ahora se hacen
gigantes para el grifero, cuando el agua mana a cuenta gotas anunciando el
corte del suministro... o cuando un cuerpo retumba en el asfalto muerto y negro.
Se hará mal la reforma
hipotecaria, que requiere de ingeniería jurídica con fuertes impactos en la
banca, las finanzas, y la micro y macroeconomía. No se tomará los criterios de
las viejas leyes que se han perpetuado intactas desde hace dos mil años por la
fuerza de la lógica y la razón, tan distintas a la lógica y la razón que han logrado
hacer creíbles los grupos de poder durante el mal de la Ley Hipotecaria, que ha
durado más de cien años.
Dicen las leyes que el castigo al
deudor de dinero ha de ser distinto, si fue negligente por imprudencia en sus
aspiraciones o error en el cálculo de su capacidad; si fue culpable por no
querer cumplir conscientemente con sus compromisos; o fue doloso por prepararse
a conciencia para no cumplirlos y salir ileso del trance dejando con dos palmos
de narices al acreedor. Sí, la consecuencia es distinta en nuestras leyes para
estos tres grupos, yendo de menos a más en su deuda. Y esa debería ser la guía,
pero no lo será.
Tampoco lo será el camino que
señala la ley milenaria, para poder hacer reversible los contratos hipotecarios
en sus peores efectos de sobrevalorar el dinero que se presta, minusvalorando
el de la casa que compró, y que muchas veces, no costeó totalmente. El contrato
se rompe si las cosas ya no están como cuando se estampó la firma en ellos,
dice la ley antigua. Rebus sic stantibus
decían los antiguos, y seguimos diciendo los que nos dedicamos a vestirnos la
toga negra, ante otros con toga negra, y contemplamos como se escapan los
valores superiores del ordenamiento jurídico constitucional, por el usillo de
la vetusta ley hipotecaria fruto de las componendas españolas de hace cien años.
Sin que la toga negra con puñetas blancas pueda ni siquiera pensar en dar un
puñetazo para taponar el desagüe. Porque será un remedio transitorio de
componendas con la banca la anunciada reforma hipotecaria, el parche que suture
la barca de la economía de la gente, sin garantizar que esta llegue a puerto.
No se consultará por supuesto con
los abogados, que andaremos achicando el agua de las tasas judiciales de
Gallardón, convirtiendo las falúas de nuestros despachos en canoas cada vez más
pequeñas para los que remamos sin salvavidas en las procelosas aguas de la
falta de liquidez y el ya te pago el mes que viene, que espero un pago que no
llega.
El mismo agua que achicarán los
Procuradores. Tampoco serán consultados estos mecánicos expertos de la
ejecución, que han visto rodar mil veces la almoneda precisa del despojo
inmediato de bienes, y asisten diariamente al desierto de las pujas ausentes de
los empleados de subasteros locales, que andan devolviendo pagarés desde las
terrazas de los restaurantes de nombre, parapetados tras el móvil en silencio y
la copa larga de balón.
Los jueces tampoco lo serán. Tienen
dos brechas por el babor y estribor institucional del CGPJ, por los viajes
privados de su ex capitán, y por ser Poder del Estado que no ha ejercido con un
informe que ahora apoyan todos los Jueces Decanos de cada provincia. Reflejando
el sentir de los jueces sin representatividad, hartos de brindar autoridad a un
proceso, que les impide aplicar más criterio que el despojo de la vivienda y la
muerte económica de entornos familiares completos.
Ojala me equivoque pero se hará
mal la reforma de la Ley Hipotecaria. Porque observo hoy el vacío inmaculado de
los tres sofás blancos en el que los campeones nacionales de la banca, en otro
tiempo exhibían músculo al Presidente del Gobierno para contentarnos con
seguridad ante el peligro de la tijera que corta los tallos de la gente en los
países del Sur, y no sus ramas deformes, como nos han hecho creer. No, ya no
van a la Moncloa que está sola como la Fonseca del Rajoy opositor al
Registro.
Espero que los que van a sentarse
en ese sofá blanco para discutir la letra de la reforma, puedan seguir viendo la
sangre que se escapó ayer en Barakaldo, y pasados días en Granada. Que se paren
un rato y lean a Machado, para recordar que todo necio, confundiría el valor de
la sangre con el precio del sofá.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)